El día en que Raúl se nos hizo mayor
El partido me resultó un tanto atípico. He de seros sinceros, no asistí a la primera parte; la causa, un partido del club en el que "juego". Por ello, de la primera parte, apenas puedo contaros los relatos que llegaron a mis oídos gracias a los amigos, la crónica del AS, y lo poquito que pude oír en la radio.
Por lo que tengo entendido, en la primera parte, no se decidió escasamente nada del encuentro (hice bien en solo asistir a la segunda; es broma); únicamente queda el gol de César, tras una jugada ensayada en la que intervinieron 3 jugadores, un par de ocasiones claras de gol por medio de Sendoa y Raúl; y la patética (no me cabe describirla de otra manera), actuación del colegiado descendido Ontanaya López.
Fue en la segunda cuando verdaderamente se partió el bacalao. Nada más comenzar, a los 4 minutos, Roberto, conseguía poner el empate en dudoso fuera de juego, al más puro estilo ariete; balón a la carrera, e impulsado contra el palo largo del portero, el cuál repele el balón al fondo de las mallas. A partir de ese punto, el Hércules parece querer volver a reestructurarse; pero las imprecisiones del joven Raúl hacen impacientar el público, hasta tal punto de llegar a los tímidos silbidos, los cuáles, en el día de ayer se reservaron en su mayoría para el colegiado.
Llegamos así, hasta que en el minuto 67,en una internada de Raúl en el área tras dejar sentados a varios jugadores oscenses; pone el 2-1, haciendo que el público alicantino cayésemos ante sus pies cerrando más de una boca (entre ellas la mía). Desde ese momento, al Hércules le comienza a quemar el balón, siendo recogido por un Huesca bien plantado arriba gracias a una efectiva delantera. Así, en el minuto 82 y con la habitual participación del colegiado Ontanaya López, le es pitado un penalty en contra a la escuadra de Mandiá. El penalty fue debido a una entrada de César FUERA DEL ÁREA DE CASTIGO la cuál derribo el jugador oscense. La pena máxima fue transformada por Rubén. La moral de los pupilos de Mandiá estaba por los suelos, y los ánimos de la parroquia blanquiazul muy caldeados por la vergonzosa actuación arbitral.
Así, en un alarde de casta y coraje, los blanquiazules se vienen arriba, avisando con un cabezazo de Taborda que Eduardo repele como buenamente puede a córner. El saque de esquina es botado, y entre una maraña de azulgranas se erige la figura del montenegrino Delibasic, colocando el 3-2 definitivo en el luminoso. Fruto de esta euforia, el ariete montenegrino se despoja de su camiseta, viendo así su segunda amarilla y dejando al Hércules con 10. Tocaba sufrir y de que manera, para acabar con un final, que esperemos que se repita muchas veces más esta temporada.
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